miércoles, 31 de diciembre de 2014

¿COSAS DEL LENGUAJE?






Hoy, antes de levantarme, he estado dándole vueltas a dos palabras que, por esas cosas del lenguaje, empiezan siendo y significando cosas distintas para, después,  converger de tal manera que hace falta contextualizarlas para entender su significado.

Las palabras son :poder y podar. La primera significa tanto capacidad para llevar a cabo una tarea como dominio , facultad para mandar ;la segunda, cortar o quitar ramas superfluas de los árboles o plantas, para que se desarrollen con más vigor, aunque su uso se ha extendido a otras situaciones.

Llega un momento en que ambas se escriben de igual modo . Así,  decimos:" podemos cambiar el sistema..."  o "podemos lo que no es útil en el sistema"

Son conceptos totalmente dispares. Mientras el primero sugiere  cambio, sustitución, eliminar lo que hay y hacerlo todo nuevo; algo así como la "tala" del bosque,  el segundo sugiere la viabilidad del sistema,  eliminando aquéllas partes que no funcionan, que han quedado obsoletas, que son una rémora. Es decir, hacer una "poda" selectiva que permita utilizar lo que ya se tiene, adecuándolo a las circunstancias y mejorando el funcionamiento acorde con la experiencia recibida.

Me pregunto por cuál de las dos acepciones se decantará la opción política PODEMOS. Buena parte de sus dirigentes son personas con estudios y quisiera creer que con formación y no con "deformación", porque ya hemos tenido bastantes experimentos en nuestra historia como para desear ahora gaseosa.

La HISTORIA, con mayúsculas,  nos ha demostrado que no hay un régimen u opción política que sea especialmente mejor que otro, si se cumplen los requisitos de libertad, respeto, tolerancia, honestidad...Lo que falla no suele ser el sistema, sino la personas que lo dirigen. Unas veces por abuso, otras por incompetencia, otras por endiosamiento, otras por corrupción.

Los problemas se inician cuando quien gobierna aplica el rodillo y se hace con el control del poder en todas sus facetas: político,  legislativo, ejecutivo. Así se asegura de que todo se hará conforme a su voluntad. Pero no nos engañemos,  a eso no se llega sin la colaboración activa y eficaz de otros. De ésos proclives al aplauso sin reflexión,  de ésos para los que el líder es la razón de su vida, olvidando que lo importante no es el líder, el partido,  la nación...Lo importante es el ciudadano,   la persona, que hace posible la existencia de la sociedad y que da su voto de confianza y espera ser correspondido justamente.

Lamentablemente, la ineficacia de sistemas educativos, junto con un exceso de circo, no han facilitado ni la capacidad de reflexión ni el discernimiento, que permitan, realmente, una libertad de elección nacida de la comparación y estudio de las opciones que se presentan. Máxime cuando se ha venido haciendo de manera constante hincapié en los derechos de la personas, omitiendo ( no sé si de manera alevosa o inconsciente) que dichos derechos comportan la existencia de obligaciones ineludibles, sin las cuales no es posible hacer efectivos aquéllos.

¿Deberemos jugar el destino a cara o cruz ?







lunes, 22 de diciembre de 2014

¿HECHOS INCONEXOS?






         El otro día caminaba tranquilamente tomando el sol cuando un hombre, de mediana edad, se agachó y recogió de la acera la colilla de un cigarrillo, todavía humeante, que se llevó a la boca. Aspiró el humo con fruición y soltó una bocanada.
         Este suceso me trajo a la memoria a uno de mis abuelos, Pepín le llamaban sus amigos. Era un fumador empedernido, de esos que tienen los dedos índice y corazón manchados de nicotina. Fumaba cigarrillos liados, que yo disfrutaba fabricándole mediante un pequeño artilugio compuesto de dos cilindros metálicos entre los que se introducía el tabaco y papel de liar marca Bambú.
         Me llamaba la atención que, cuando acababa de fumar o, a veces, apenas encender el cigarrillo, lo apagaba y, con unas tijeras, cortaba la parte quemada. Después, cuidadosamente, guardaba la colilla en una cajita que guardaba en su despacho.
         Aquello era un misterio para mí. Me parecía carente de sentido que guardara las colillas cuando podía tener cigarrillos nuevos.
         Un día, llamaron a la puerta y abrí. Un hombre vestido con uniforme de cobrador de tranvía me preguntó por el abuelo. Le avisé, se saludaron, mi abuelo le hizo pasar a su despacho y, con gran sorpresa por mi parte vi cómo le entregaba, discretamente,  la cajita de colillas, que el hombre guardó en su bolsillo, dando las gracias y despidiéndose.
         Apenas pude aguantar mi excitación y, tan pronto quedamos solos, le pregunté: “abuelo, ¿por qué le has dado a ese señor las colillas?”
         Me contestó que aquél hombre ganaba tan poco dinero que no podía comprarse tabaco y nunca había querido aceptar  ayuda económica. Me gustó que mi abuelo ayudara a la gente y lo hiciera con discreción.
         Volviendo al inicio, el mismo día que vi al hombre recogiendo la colilla de la calle, tuve la oportunidad de encontrarme con un grupo de personas que dedicaban tiempo, esfuerzo, ayuda material y económica, a otro grupo a quienes la enfermedad, la tragedia o el devenir de su existencia había colocado en situación de exclusión social. Volví a recordar a mi abuelo.
         Coincidiendo con la celebración litúrgica en la parroquia de mi barrio, se produjo el último sábado un hecho singular. Una persona adulta pidió ser bautizada como cristiana. En estos tiempos en que el materialismo y el consumismo lo invade todo, me pareció muy importante que alguien decidiera comprometerse, y en público.
         Sé que se dirá que es una estupidez, que está desfasada, que si la Iglesia tal o cual. No me importa. Esta persona optó por algo en lo que creía y eso es  más de lo que hacemos muchos, que callamos o nos limitamos a quejarnos en el mostrador del bar sin tomar ninguna iniciativa para resolver nada. Unas veces porque nuestra despensa está llena y otras porque hemos perdido la esperanza en el cambio y nos decimos: “total, ¿para qué?”
         Me he preguntado varias veces si, realmente, estos hechos que narro son inconexos, pero vuelvo las hojas del calendario, escucho la radio, veo la televisión, leo el periódico …Todo el mundo habla de la Navidad, aquí y allá. Sí, algunos lo hacen porque les pagan, otros para vender más pero, detrás de todo ello, aunque no se quiera reconocer, hay algo más.
         Estamos tan acostumbrados a que lo importante es el dinero, el poder, que no apetece recordar a alguien que, solidariamente, se atrevió a ser pobre entre los pobres, sin importarle vivir en contra de quienes utilizaban la palabra y el puesto para ejercer el poder y sin importarle morir, para demostrar hasta donde era capaz de llegar.
         Es Navidad. Dejémonos de prejuicios tontos y reunámonos con los amigos, abracemos al que llega, brindemos por el futuro y reneguemos de quienes  entienden la solidaridad como un medio de hacer más grande su fortuna.
         Tengamos coraje para averiguar si es cierto que cuando uno ama no pierde nada.
¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, 18 de diciembre de 2014

SIN TECHO



        

No es porque se aproxime la Navidad. En cualquier época del año se me hace un nudo en la garganta cada vez que paso junto a una persona que pide limosna o veo en un portal, cuya capacidad lo ha permitido, a alguien, que presumo sin techo, “disfrutar” de cobijo, al menos por una noche, aunque su colchón sean cartones y su edredón una vieja y raída manta.
         Seguramente, hasta los bancos, ésos entes insensibles, no pocas veces dirigidos por gentes también insensibles, cumplen con el precepto de dar cobijo a quien no lo tiene admitiendo, aunque a su pesar, a personas en los recintos de los cajeros automáticos.
         Me pregunto, no pocas veces, si ésos banqueros han pensado alguna vez en la posibilidad de no desahuciar a quienes, de modo involuntario, han dejado de pagar sus hipotecas porque la maldita macro-economía se ha “cargado” la modesta micro-economía familiar, al haber propiciado, quizá también por obra y gracia de su propio banco, que la empresa en que prestaban sus servicios, trabajando honradamente, se haya ido al traste al no ser capaz de atender sus obligaciones de pago ,porque han sido arrastrados por la vorágine de los impagos de sus clientes.
         Tal vez, alguno de ésos forzosos inquilinos de los cajeros automáticos formaron, en su día, como buenos clientes, parte de la cartera del mismo banco que ahora les “acoge”-
         Mientras las cosas ocurren así, nos desayunamos diariamente  con las “maravillosas hazañas” de tantos y tantos especuladores, políticos corruptos y empresarios corruptores, que se empeñan en hacer crecer nuestro “cabreo” contra el sistema, como si este tuviera culpa de todo lo que pasa.
Realmente no creo que haya unos sistemas mejores o peores (salvo los radicales de uno u otro lado) que otros sino que, cuando caen en manos de desalmados empeñados en establecer su particular visión capitalista del comunismo, “lo mío para mí y lo vuestro a repartir” junto con “quien parte y reparte se queda la mejor parte” hacen malo cuanto tocan.
Afortunadamente, el sistema actual, por malo que sea, nos da la posibilidad de rechazar periódicamente, por medio de las urnas, a quienes gobiernan de modo inadecuado. El problema está, obviamente, en que opiniones hay para todos los gustos y tanto la moderación como la radicalidad tienen seguidores, por lo que no está garantizado, en modo alguno que la opción elegida por el votante sea la que resulte no ya vencedora, sino la mejor para todos. Cosa que, al fin y a la postre es lo que nos conviene porque, realmente, a lo que aspiramos  es a un gobierno honrado y una convivencia pacífica, con un nivel de vida razonable y unos servicios sociales que no dejen de lado a ningún sector de población, por pequeño que sea.
 En, fin, no perdamos la esperanza
        

martes, 16 de diciembre de 2014

CIENCIA FICCIÓN?





         Cualquiera de mis amigos sabe que soy aficionado a las películas de ciencia ficción, aunque sin llevarla a extremos. Nunca se me ha ocurrido disfrazarme de guerrero de la galaxia ni montar una maqueta de nave estelar sobre la mesa del comedor y hacer las comidas en el dormitorio, por falta de sitio.
         Debo reconocer que, desde hace algún tiempo y, sobre todo, después de ver algunas de las películas de la saga X-MEN, empiezo a tener algunas dudas, creo que razonables, acerca de si existe una conexión entre realidad y ficción, más allá de lo virtual.
         Las sesiones de nuestro congreso muestran a veces un escenario que me parece insólito. Un orador exponiendo sus preguntas o explicando un tema y, a su vista, la desolación de un hemiciclo casi vacío. Suponer que sus señorías no han asistido porque no les ha apetecido, me parece una temeridad. Entonces, me pregunto: ¿será que nuestros congresistas son capaces de hacerse invisibles a voluntad?
         En otras ocasiones, estando el hemiciclo también vacío, se aproxima el momento de llevar a votación un asunto. Como por arte de magia, se abren las puertas y sus señorías, casi con precipitación, ocupan los respectivos asientos como si se estuvieran atrincherando. Debo reconocer, sinceramente, que eso me confunde porque, si no han estado presentes en la exposición, ¿cómo es posible que sepan lo que deben votar?.¿Dónde estaba ocultos?¿Cómo han conseguido salvar en tan corto espacio de tiempo la distancia entre el bar del congreso y el hemiciclo?. En fin, muchas preguntas, para las que confieso estar ansioso de conocer respuesta.
         Por si fuera poco, ayer recibí un video con imágenes retrospectivas y actuales y comprobé que ya Miguel Ángel ilustró con el rostro del Pequeño Nicolás escenas de la Capilla Sixtina, que también  estuvo en la Guerra Civil Española como soldado republicano, acompañó a Franco y, recientemente, no ha habido encuentro, mesa redonda o acto oficial, en el que no haya posado junto a los más importantes gobernantes de nuestro país. ¿Será inmortal? ¿Poseerá el don de la ubicuidad?
         Ya sé que todos intentan, ahora, minimizar su importancia, pero ¿cómo saber que lo que pretenden no es ocultar un hecho de trascendental importancia?
¿Cómo saber si esta presencia, casi subliminal, del Pequeño Nicolás no es una artimaña para que, viéndolo hasta en la sopa, lo aceptemos como líder imprescindible, más allá de toda duda razonable?
En fin, que después de tantos años de estudio, de reflexión, de tener la mente abierta para estar en disposición de comprenderlo todo, me encuentro con que mis neuronas tienen un atasco difícil de resolver.
Creo que voy a buscar videos de La Casa de la Pradera, a ver si me desintoxico.