martes, 29 de agosto de 2017

COPLILLAS DE MI CIUDAD





Propone multar el alcalde
al incívico ciudadano
que, sin una bolsa en su mano,
en la calle excrementos deje.
Un poco tarde parece
que reacciona el buen señor.
¿será que le ha llegado el hedor
que, por todas partes, crece?

Entre “amantes de la limpieza”
y “repartidores de estopa”
hay, en nuestro ayuntamiento, una tropa
que actúa con mucha tibieza:
No atienden a quien se queja
o bien lo hacen a deshora.

Y el ciudadano indignado,
aquél que, con educación, cumple
debe soportar a su lado
las calles llenas de mugre.

Dicen que no hay dinero para nada;
sí para refugios y policías.
Como si hubiera en estos días
alguna guerra larvada.
Quizá sean los del tripartito,
con sus batallas traicioneras
quienes se lanzan los tiros
cuando menos se lo esperan.


jueves, 24 de agosto de 2017

ASÍ VEO EL PANORAMA



Día tras día, desde que se produjeron los terribles y dolorosos sucesos de terrorismo en Barcelona, hemos venido asistiendo al lamentable espectáculo de nuestros (lo de nuestros es un decir) políticos, de uno y otro bando (pues eso parece, que son bandoleros), demostrando hasta la saciedad que, si bien han sido elegidos democráticamente, no están cumpliendo con su obligación y, definitivamente, muchos no nos merecemos esto.
Se les llena la boca de libertad, unidad, consenso…y se pasan el día discutiendo sobre si son galgos o podencos; sobre si yo avisé y no me escuchaste; sobre si españoles o catalanes; sobre si las medidas han sido o no han sido… Mientras, me imagino a los hijos de perra (estos no son hijos de su madre) del  isis, daesh , etc. (no se merecen mayúscula) retorciéndose de risa entre mullidas almohadas, viendo en nuestros medios de comunicación hablados y escritos lo bien que nos llevamos.
¿Así vamos a derrotar a los terroristas? Una mierda
A los terroristas les derrotaremos estando callados y unidos, compartiendo todas las fuerzas de seguridad la información, estableciendo medidas de integración, impidiendo que en nuestras ciudades y pueblos existan guetos, creando puestos de trabajo que permitan a todos vivir dignamente, no solo sobrevivir.
A los que llegan, con todo afecto se les debe recibir, pero deben ser conscientes de que hay unas costumbres, unas leyes, que hay que respetar y ellos son quienes deben adaptarse a esta sociedad, lo que no supone, en absoluto, que renuncien a lo que les diferencia. Deben tener claro que solo se integrarán si quieren hacerlo. Por nuestra parte ha quedado sobradamente claro la buena disposición.
Y educación, tanto en el sentido social como en el de ciencias y humanidades. Enseñando claramente qué significa respeto y cuáles son las consecuencias para el individuo y la sociedad, de no relacionarse de este modo. Pero no solo a los inmigrantes o a los de una raza o creencia determinada. A nuestros ciudadanos también les hace falta bastante de esto. A todos no, afortunadamente, pero baste dar un vistazo a Facebook para cerciorarse de que hay demasiado “tarugo” suelto, que todo lo arregla con insultos, patadas y muertos.
Todos tenemos mucho que hacer, pero sobre todo los políticos, que cobran, tanto si hay crisis como si no, cuando ellos son parte del problema.
¿Que hay que cambiar cosas? Pues claro. Pero uno no puede estar, cuando plantea soluciones, pendiente de si le van a votar o no en las próximas elecciones. Tiene que hacer lo que corresponda.
¿No hay dinero para tanto? Utilicen (es un ejemplo) únicamente los subsidios para personas incapacitadas que no pueden ejercer un trabajo. El resto de personas sin empleo, en lugar de percibir un subsidio puede cobrar un salario de igual cuantía ejerciendo labores necesarias, como puede ser: regular el tráfico a la salida de los colegios, quitar piedras del Castillo de Santa Bárbara o limpiar de maleza los bosques próximos. Con lo que ahorramos de incendios que no se producirán o serán menos graves o evitar accidentes, tendremos suficiente para ofrecer un salario digno y que se sientan útiles a la sociedad.
Ya sé que, enseguida, empezarían estos o aquéllos a “rebuznar” sus consignas sobre estos o aquellos derechos supuestamente inherentes al individuo, pero ¿qué hay de sus obligaciones? ¿Acaso la sociedad tiene obligación de mantener a quien no quiere trabajar por ella o no quiere integrarse?
Llevamos muchos años envueltos en la demagogia. Es agradable escuchar que se van a crear puestos de trabajo, que vamos a recuperar lo perdido de nivel de vida, que las cosas van a cambiar.
Muchos no vemos reales deseos de cambio. El cambio debe ser integral, debe abarcar distintas políticas de vivienda, de infraestructuras, de consumo…pero la oposición debe plantear propuestas más serias que el simple deseo de “quitar” al que gobierna.
En Alicante tenemos una buena muestra de adonde nos lleva este modo de actuar. Unos días es el PSOE, otros Guanyar o Compromís. El caso es que dentro del gobierno municipal hay oposición, quizá más intensa que la que llevan a cabo los partidos de los bandos opuestos y la ciudad no tiene, a estas alturas, ni en participación ciudadana, ni en mascotas, ni en limpieza, ni en ruido o veladores, por citar algunos casos, una clara política que permita albergar la esperanza de que las cosas, algún día, irán mejor.
Como diría Forges: ¡País!...