sábado, 23 de septiembre de 2017

¿BURBUJA?...¡NOOOO, GRACIAS!





     Recuerdo muy bien que, hace años, mi esposa y yo tuvimos intención de comprar un chalet o un apartamento. A tal fin estuvimos visitando durante un par de semanas diversas promociones de edificación.
     La situación que se nos presentaba era siempre la misma. Una parcela más o menos grande, con aspecto de que había sido limpiada de vegetación recientemente, varias estacas clavadas en distintas zonas de la superficie, en algunos casos líneas marcadas con yeso sobre la tierra y una caseta de información.
     En todas partes se nos trataba con amabilidad, se nos enseñaban los planos y, en ocasiones, nos entregaban un folleto en el que la letra pequeña, casi ilegible, dejaba claro que la realidad podría no coincidir “exactamente” con el contenido del citado folleto.
        Por supuesto que ofrecían financiación 100% y decían que no había ningún problema si iniciada la construcción decidíamos desistir. Además, las cantidades entregadas a cuenta estaban garantizadas. Que tenían los compradores “en cola”. De hecho, en todas, absolutamente en todas, las promociones solo quedaban este o aquél piso o este o aquel chalet o bungalow y “deben darse Vds. prisa en decidir, porque nos los quitan de las manos” decían de modo convincente los vendedores.
     Hicimos números, vimos que aquello era un despropósito y decidimos quedarnos como estábamos. Cuando estalló la burbuja, algunas de las promociones que visitamos anteriormente se quedaron en el esqueleto de hormigón del edificio y una hormigonera, una grúa o, tal vez, un silo de áridos. Materiales de construcción abandonados y vegetación en estado salvaje eran los únicos habitantes.
     He de reconocer que suspiramos aliviados al sentirnos a salvo de aquella catástrofe y tanto mi esposa como yo recordamos cómo habíamos hablado, supongo que como cualquier otra persona sensata, del exceso de aquella “furia constructiva y compradora”.
     Muchos son los que, actualmente, afirman con seguridad que “la burbuja inmobiliaria” no se repetirá, que está todo muy controlado. Soy escéptico ante esa afirmación y quisiera que la realidad me demostrara que estoy equivocado.
     Pero, ¿cómo voy a cambiar de opinión, si hoy mismo, en la Playa de San Juan, contemplo una parcela del tamaño de un campo de futbol o más, todavía sin desbrozar, con una caseta de información en la que se indica “PROMOCIÓN VENDIDA 100%”?
     Y no es todo; en las proximidades las altas grúas en movimiento y el ajetreo de los operarios ponen de manifiesto un repunte en la construcción.
     ¿Nuestros políticos están teniendo algún tipo de control sobre este tema?
     Ya vimos, el interés en salvar a los bancos durante la última crisis, pese a su grave participación en la misma, en contraposición a las personas, víctimas de la voracidad financiera. ¿Debemos prepararnos para lo mismo?



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